Era «El país de nunca jamás», lugar secreto de los veranos de mi infancia. Leite, caca de vaca, catiuscas, la casa de Concita y La Fonte da Vila. Los abuelos y los tíos. No había nada, pero hacíamos de todo. No siento especial orgullo por nada, pero a veces creo que formar parte de lugares así es un privilegio. Por eso, con esta entrada no solo veréis un lugar cualquiera de Galicia, sino que veréis «mi Galicia».
Agradecer a Ana e Iván esas diez horas de coche y hacer de lo difícil algo fácil.
Por cierto, mi lugar secreto se llama «O Valadouro».
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